Se distinguen claramente. Trazos imaginarios entre ellos se dibujan en la mente. Adornan alguna zona del rostro, lo hacen único.
En cambio, cuando hay abundancia de lunares, todo se convierte en mancha
Y cuando un lunar crece, hay sospecha de un cáncer.
Entonces, cuando un lunar más se suma al montón de lunares, es ignorado. Ya no se distingue entre único y distinto de los otros, ya no adorna nada, ya no hace sonreír y tampoco duele si es que crece. Ya no es nada especial, es solo un punto más entre los miles de millones de puntos ignorados en el universo. Un grano de arena más.
Esta falta de reacción ante el nuevo lunar sobre el montón de lunares es inevitable.
Incluso si es que crece, un cáncer más al cáncer previo no duele más.
Es la explicación que encontré en un libro antiguo sobre la fábrica de los corazones de acero.
En el pie de página decía lo siguiente: Advertencia: se recomienda ver mucho las estrellas y tomar baños de sol a partir de las 3 de la tarde al llegar al nivel 2. El perder el brillo no es una opción.
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