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viernes, 18 de noviembre de 2011

De cuando en cuando- parte II





Sería bueno que lean la primera parte también, si no lo han hecho ya. Aquí les paso el link. Que lo disfruten!

http://diariosdeunaterrestre.blogspot.com/2011/02/de-cuando-en-cuando.html


De cuando en cuando, los hombrecillos negros salían a la superficie. Limpiaban el desastre, ordenaban la casa.

Trataban de dejarlo todo tal cual, como antes de la explosión, pero sabían que era imposible. Como cuando lo papás se van de viaje y los hijos hacen un tonazo. Lo ordenan todo pero siempre se olvidan de poner algo en su lugar, de botar alguna lata de cerveza, de limpiar la mancha de la alfombra…

Sabían que les iba a tomar un buen tiempo, entonces decidieron tomar un Buen Descanso®. Que Buen Descanso®!!!! Se decían unos a otros. Y muy bien merecido, pequeños soldados del alma.

Los pequeños hombrecitos empezaron a sentirse un poco mal por haber dejado el cuerpo a la deriva, vulnerable a los cambios de clima y a los movimientos planetarios.

Entonces fueron rápidamente en busca de diamantes de tamlion y unas cuantas frutas frescas. Para alegrar más aún al cuerpo que habitaban, compusieron una canción (la compusieron entre todos; todos hacían todo en equipo, así trabajaban todos en todo y nunca había conflicto. Era un sistema efectivo.)

La canción decía así:

Yarujuu aiaiai!

Parumplas suralú

Pamparrarrán pon pón

Pon pí, pon pon.

Así iban cantando los hombrecillos negros. Un pasito adelante y uno más para atrás! Bailaban todos, en coreografía. Se iban acercando en fila india, cada vez más cerca. Pasaron por el plano sagital, se deslizaron por el cuero cabelludo, utilizaron el cerquillo como lianas y saltaron hacia la punta de la nariz. Vieron con alegría como se iba esbozando una sonrisa en el rostro. Y esa sonrisa, que fue completa después, se transformaba en risa. Y la risa en carcajada. Y la carcajada en llanto…

Los hombrecillos negros observaban con un poco de ternura pero con mucho temor aquel extraño comportamiento. “De este tipo de situaciones nos hablaban en el curso matutino”- se decían unos a otros.

Entonces lo entendieron. Ella sintió una felicidad tan plena al escuchar nuestro canto, que le empezó a doler. Tanta felicidad le dolía, tal vez por falta de costumbre, pero más aún porque aquella felicidad le recordaba demasiado al ser supuestamente olvidado y metido en un cajón. Y le dolía mucho más saber que las nuevas felicidades no podrían ser compartidas con aquel ser.

Bueno, no somos seres humanos, pero también nos equivocamos - se dijeron. Y si no fue un error? No importa, estamos aquí para hacer nuestro trabajo, no para pensar en tonterías.

Entonces marcharon, tal cual se les mandó, en busca de lodo y un pedacito de nube de cielo azul…

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