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miércoles, 23 de noviembre de 2011

Bailar, mirar a los ojos...

En la danza, como en la vida, no todo puede ser tan tibio. Tal vez sea mi manera particular de verlo, pero siento que así es.

Un movimiento tiene que ser completo, preciso, con la energía y proyección suficientes como para transmitir lo que se quiere transmitir. Aún así, el espectador podría darle interpretaciones variadas a lo que ve. Y es válido si es intérprete dio señales claras sobre lo que quería expresar.

En cambio, si el que baila no sabe por que se mueve de tal manera u otra, o si no se define, esta libre interpretación por parte del que observa llevará a un desinterés o confusión; su interpretación no tendrá piso.

Es como la mirada. Los ojos buscan a los ojos. Hay miradas que no llegan a encontrar otros ojos, o los evitan, o miran a algún punto detrás de ellos, a algún vacío. Hay pocas cosas tan maravillosas como observarse en los ojos del otro. Es una conexión única de ojos y almas, un detener el tiempo, una paz.

En un saludo cotidiano, en una transacción bancaria, en un compartir con amigos o familia… o en cualquier ocasión, es bello buscarse en las miradas. Y a veces te puedes sorprender de lo que hallas…

Lo escribe una persona que tuvo que aprender a mirar a los ojos.

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